dijous, 7 de gener del 2016

III

Si algún día me preguntaras que
era aquello que de ti más amaba,
te contestaría con ahínco que tu alma.
Así límpida y clara como el mar en calma,
así tímida y fugitiva, observadora tras
una cortina de humo, oscura, una estancia en penumbra.
Astuta, pero ingenua de creerse oculta.
Pensante de poder refugiarse en la distancia
detrás de una luz fría de vidrio polarizado,
pero a través de sus mensajes,
como llamas incandescentes,
me alumbra y me da calor.
Así nace el amor.

Ella es inabarcable como el cosmos,
sutil como la estela de un astro fugaz,
queda como el deseo que en pos permanece.
La discreción no es propia de lo inmenso
ni un velo para quien admira su cielo en silencio
desde la ventana que su luna del todo no cerró.