Es egoísta
obligar al corazón de otro
A amarnos a
nuestra manera,
Es inhumano,
mezquino y ruin.
Aun tenerlo
queremos también cuerpos
Y almas de los
que están fuera.
Mientras, ahí
está, en su pecho,
el bicho ajeno
que nos late
Soportándonos para
la eternidad
Ardiendo y consumiéndose
a sí mismo.
Y no, a nosotros
no nos importa nada.
Podemos llegar a
ser tan viperinos…
Usamos la lengua
para decir amor a cualquier precio,
A costa de otra
dignidad
Sin ese amor
devuelto
Sin el respeto
echado.
Sólo egoísmo y
avaricia
con el saco bien
cerrado, bien cosido
para que nunca se
rompa.
Somos el mendigo
que suplica
Unas monedas para
sobrevivir
Sin que le falten
el alcohol y las drogas
Que mantienen los
ojos cerrados
y el alma en pie,
fieles al hermano gemelo
de nuestras
carencias,
Esperando el
milagro del ángel salvador.
¡Oh, sí! Ven a mí,
Dime que me amas
Que me necesitas
Que no puedes vivir sin mi
Que se te caen
las alas de tormento
Si desaparezco.
Somos cortadores
de alas
Mutiladores de sueños
Violadores de ángeles de paz
enfundados en ropa nueva
que fingimos amar
sin tener remota
idea.