Ai, padre, qué
difícil es a veces
Agradecerte.
Nosotros te hicimos
Endeble al
negarte mostrarte sensible,
un transgresor insurgente
si le sirves el té
A los muñecos o más
cobarde que una nena,
de la edad de tu
hijita pequeña,
si lloras porque
algo te apena.
Porque mi madre
sí puede llorar
Por ser el animal
pasivo y flojeras
Y a ti te toca
ser el poderoso y atesorar
la autoridad
férrea.
Gracias por
desafiar los roles y ser
Un poco desastre
a la hora de mandar
E imponer tus
leyes.
Gracias por
tartamudear a veces
Y dejarme, de
tanto en tanto, ser una hija
Contestona y
rebelde.
Gracias por
empujarme a desarrollar
Ambiciones y a gobernarme
con
la misma potestad
del varón primogénito.
A empuñar el
cetro con mis cualidades, sin
Basarte en el
modelo prefabricado
del hombre que
debiste educar bajo
la cáscara
biológica femenina que me envuelve.
Se rieron de ti y
te creyeron manejable.
¿Qué saben los
machos cromañones
De lo que es una
persona noble?
Nada. Sólo su
inseguridad
de seguir en la
cumbre.
Gracias, papá,
por todo lo que hiciste.