Lo único seguro es escribir para no desfallecer
ni morir ahogado por las propias dudas.
Cuando la seguridad se fue y sólo quedan
los fantasmas, es cuando debes aprender a escuchar
y no temerlos. Ellos son tus grandes maestros,
no los éxitos, que te aprisionan en una misma vía
circular que cuando peta te marea.
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