Cuando escribes porque desfalleces
demuestras muy poca originalidad.
Puedes alardear de bueno e incluso
hincharte el ego con un soufflé de
elogios huecos por dentro.
Manjares de pocas calorías
que alimentan muy poco
como este poema-despropósito.
Prométeme que si me ves
vas a fingir mal que no lo has leído
para que falsamente me percate
que mis textos interesan a alguien.
Tu mala-buena actuación
es la mancha de aire que aspiro
cuando el aliento me pone los cuernos
con el desespero.
Fingir mal... es jugar con fuego.
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