En ocasiones,
No es el
caballero andante quien nos salva del dragón.
Es aquel chaval
curioso
que te aguarda desvestido
de armadura,
sin promesas de
“para siempres” que entregar.
Es el chaval que
se te acerca y se enfurruña
Porque no le
miras.
Quizás no se ha
dado cuenta que todavía no le ves.
En el fondo no le
preocupa.
Te contempló, y
en la bastedad de tu
estepa-mente osó
perderse
comiendo entre zarzales
y encantando a las serpientes,
concubinas del malvado
escupe-fuego, que
por si todavía no
lo habías advertido,
es otra cara de
tu yo.
El dragón no
morirá,
Tampoco serás salvada,
Aprenderás a
bailar con el fuego entre las sábanas.
El chaval que
subestimabas te enseñará.
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