Esconde las
huellas
de los besos
expedidos.
El amante
movedizo se marcha
desarropando las
pruebas
dormidas en mi
cama.
El hedor a rechazo
ha cristalizado en
mi estómago,
ahora vomito
esquirlas de desasosiegos
con aroma a
entrañas.
Las luces
forasteras me calman,
su calor invernal
traspasa las lunas estomacales
derritiendo el
vacío interestelar
saturado de
niebla espesa a vísceras
y olor a sal.
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