Adiós rumiante,
adiós.
Aunque te quiera,
debes marcharte
Con el rabo entre
las piernas.
Puedo suplicarle
al viento que te
Arrastre por los
cuernos
O que la tierra
te eche raíces
y te devore…
Pero sé que todo
lo que implore
Será en vano, te
divierte tomarme
Por tu muñeco en
las palmas de tus manos.
Adiós farsante,
adiós.
Y aunque no me
vea sola
Sabemos que
nuestra afectuosidad
Es altamente
tóxica.
Puedo lo que me
permites,
Amo lo que te
descuidas,
Hago lo que
puedas controlar
Cerca de la
mediocridad.
Ya, ¡para!
Deja la trampa
del amor
Para otras causas
Y vuelve al otro
plano,
Regresa a tu
lugar.
Por favor, mi más
fiel y maldito amado,
Déjame dulcemente
en paz.
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