La vida es como un torbellino
Y el nuestro, gira alrededor de sí mismo.
Te saludo y me despido desde el centro.
Mi propio centro,
Al que llegué con las manos vacías
Desprendidas de algo pesado e insignificante.
Mi Gran Hijo,
Siento que te he perdido.
Debes avanzar solo entre la niebla
Y yo dejarte ir a sabiendas que caminas
Hacía el abismo.
El espiral te arrastra hacía afuera
Mientras mi centro espera
Con la nada abierta
Para sacarte la costra y arrancarte la herida
dejarte el alma en silencio
y morir en mí.
Es tremendo y egoísta pensar eso.
Puede que no esté lista todavía
Para encarar el papel que me tocaría:
Gran Madre, como María,
Amarga ironía si se toma desde
El punto de vista egocéntrico.
Y cómo ser madre si apenas sabes
De grandes hijos.
De aprender a ser el gran díscolo
Que ama sin planteárselo la mente,
Yacer desde el otro lado sin rencor.
Con valentía,
Y tomar de la fuente inagotable de la vida.
La Gran Madre
Sólo nacerá de la hija inconmensurable.
Y así se cierra el ciclo del movimiento
En que todo es vibración y significado,
Pero aún nos queda luz y abismo
Para llegar al círculo, querido mío.
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