Nos enseñaron a
dar sin condiciones.
Barra libre para
el sujeto
de nuestros
amores.
No es importante
pedir,
Y un ultraje
negarse al afecto
Aunque suponga destrozarse
por dentro.
Crecimos así,
eternos donantes.
De nuestra
dignidad amasamos pasteles
Que regalamos a
otras almas voraces
Como la nuestra,
por supuesto.
No queremos ni la
mitad,
Comemos las
migajas de bajo la mesa
Y nos sentimos
culpables de
Ansiar un pedazo.
No podemos
probarlo.
Somos unos
miserables
Porque ya desde
el inicio
Nos condenamos
como culpables.
Oh sí.
ResponEliminaMiserables en todas partes.
Y todas horas.
Suerte que luego viene la muerte y lo arregla.