divendres, 2 de setembre del 2016

Nonato

Había una vez yo,
que no llegué a nacer.
Viví como un espectro de un pecado
de mi madre
y el hastiado repudio de mi padre.
Invisible. Nadie quiso verme
pero yo ansiaba salir y conocer.

La providencia me negó devenir al mundo.
Me moví entre rayos telepáticos
y lloros a escondidas
de quién me parió:
 la culpa.
Mientras, la vergüenza le enseñaba
a respirar para que no muriera en el intento.

Ellos me acogieron sin rechazo
porque saben lo que es.
El afecto miraba hacia el lado de la vida
olvidándose de la muerte y
de mí.
Un átomo incómodo en medio de un cráter.

Papá, aun me cuesta perdonarte.
Mírame a la cara
aun no poder cuidar de mi
ni enfadarte porque no soy bueno
ni maldecir mis rebeldías por
negarme a la transformación de ser como querías.
Ingeniero. Abogado. Arquitecto. Doctor.
Alguien respetable
una persona respetable que existe
en un recuerdo abultado y escurrido,
y al tiempo adecuado enterrado y sepultado
para que nadie notara los callos de dolor
en las manos.

No quiero que me lamentes a diario
ni que me busques un nombre que me quedara bien.
Reconóceme papá,
acéptame des de la distancia,
al otro lado del abismo.
Ya nos reencontraremos
cuando te toque a ti saltar.  

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