dilluns, 5 de setembre del 2016

Nebulosas

Dentro de mí el universo se multiplica
cuando te siente en su núcleo
Tembloroso y crepuscular.
Las nebulosas flotan elegantes en el oscuro
enfundadas en modas rosadas
Que no podemos apreciar.
Son esponjosas al tacto,
huelen a nube de azúcar y al amor
impúdicamente infantil y ruborizado
como el que teníamos a los cinco años,
cuando compartíamos juguetes
microbios vírgenes
un presente ignorante de las malas hierbas
y un futuro campo preparado para
plantar rosas y peonías.
No fuimos estrictos.
Olvidamos el fertilizante
y regar todos los días.
Creímos que el sol y la naturaleza lo darían todo.
Pura fantasía.

Las únicas que se acuerdan de la verdad
son las tiernas nebulosas sin acceso al destello
ni la calidez.
Ellas son silenciosas y rosáceas
igual que los restos de amor puro
reservados entre rastrojos de inseguridades
y demonios disfrazados de peluches
mezclados entre los juegos sexuales
o no tan sexuales,
que casi nos ensucian y pervierten más
que el sudor y la saliva con la que
deshacemos el deseo y las protésicas expectativas.

Quién pudiera acabar alimentándose
 de las dulces y mullidas nebulosas
de color del chicle... 

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