dilluns, 12 de desembre del 2016

De la amante a la esposa

No sé si me odias
Pero mi instinto me dice que sí.
No quiero dañarte, manipularte,
Ni quitarte lo que sustentas
en tus manos.

No he venido a ser el sujeto de su amor
Ni la nueva niña de sus ojos.
Estoy aquí y te reconozco.
Mírame a la cara.
Si tienes coraje, señalarás la puerta
Sin fingimientos y invitarás
a que me vaya.
No trataré de convencerte,
Nuestro asunto es entre iguales
Parecido a un duelo del salvaje oeste,
Pistola con pistola, para poseer
el objeto de deseo.
Alguien que no va a ser nunca nuestro.  
Una escena épica enmarcada
En un vasto campo desalmado
En el que a falta de ignorancia,
Y un exceso de apego a las pasiones,
Nos consideramos hostiles rivales
Cuando ambas en nuestras ansias
de afecto, buscamos lo mismo. 

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