divendres, 30 de desembre del 2016

Parásitos

Lo que no quieras en tu vida
Quítalo sin más.
A nadie le conviene una rama
Medio podrida que enferme
A las demás.

La gravedad no se halla
en las hojas marrones y roídas.
Esa savia infectada que recorre
Las venas de madera tierna
Pueden alcanzar tu raíz y conquistarla
Con violencia y muerte,
Como un parásito de apetito voraz
Y consumirla desde dentro
Dónde somos más sensibles.

Una vez estás débil,
Mordido y devorado,
Supurado y vomitado,
Cagado y meado
Por su desasosiego y confusión.
Si no prestas atención
a tu padecimiento,
esos bichos fétidos
pondrán e incubarán sus huevos,
y de allí nacerán nuevos habitantes
que no podrás nombrar intrusos,
sino las semillas de odio
que otros han plantado
y que en tu descuidada tierra fértil
han sido alumbrados como tus hijos,
dentro de tus entrañas.  

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