Lo que no quieras
en tu vida
Quítalo sin más.
A nadie le conviene
una rama
Medio podrida que
enferme
A las demás.
La gravedad no se
halla
en las hojas
marrones y roídas.
Esa savia infectada
que recorre
Las venas de
madera tierna
Pueden alcanzar
tu raíz y conquistarla
Con violencia y
muerte,
Como un parásito
de apetito voraz
Y consumirla
desde dentro
Dónde somos más sensibles.
Una vez estás
débil,
Mordido y
devorado,
Supurado y
vomitado,
Cagado y meado
Por su
desasosiego y confusión.
Si no prestas
atención
a tu
padecimiento,
esos bichos
fétidos
pondrán e
incubarán sus huevos,
y de allí nacerán
nuevos habitantes
que no podrás
nombrar intrusos,
sino las semillas
de odio
que otros han
plantado
y que en tu
descuidada tierra fértil
han sido
alumbrados como tus hijos,
dentro de tus
entrañas.
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